por Manuel Capelo Hernández. Doctor en Comunicación, periodista y socio de la APC
Me ha impresionado profundamente la noticia que he leído recientemente y en la que se reflejaba la decisión tomada por Vocento de reducir al mínimo el contrato que mantiene desde hace décadas con la agencia de noticias EFE. Dicho en román paladino, Vocento y todos sus medios renuncian al llamado antes “servicio de teletipos”, que alimentaba de noticias a las redacciones.
Uso términos más subjetivos que académicos porque no puedo olvidar que prácticamente inicié mi andadura profesional en la agencia EFE en Sevilla, así como en Europa Press y Andalucía Deportiva, y que la mayor parte de mi vida profesional ha estado ligada a Vocento, último medio antes de mi jubilación.
Es posible que la información responda solo a una estrategia de negociación a la baja de Vocento, pero el sólo hecho de plantearlo, ya merece una reflexión. Si intentamos analizar lo que indica como tendencia esta actuación, nos enfrentamos, una vez más, al profundo cambio, (he usado en otros escritos la palabra tsunami) que está sufriendo el mundo de la comunicación en lo referente a la creación de contenidos.
Sería impensable hace no más de dos décadas que un medio de referencia no tuviera contratado el servicio de noticias de EFE. Me imagino a los directores que he tenido a lo largo de mi carrera profesional y estoy seguro de que todos hubieran respondido hace unos años con un rotundo no ante tal propuesta. EFE, las agencias en general, te aseguraban que las redacciones no quedaban sordas ante cualquier acontecimiento de última hora, ya fuera político, social, de sucesos, o local. El teletipo (así se llamaba el aparato por el que llegaban las noticias a las redacciones) llenaba páginas y páginas de cualquier edición impresa, y no digamos de los boletines radiofónicos o de los guiones de los espacios de noticias en las televisiones.
¿Y qué ha ocurrido en apenas veinte años para que eso pueda ser superfluo en épocas de flaqueza económica para los medios? Pues que el concepto de noticia, de actualidad, ha cambiado, no por la naturaleza de esta, sino por su intermediación. La “patente de corso” de la actualidad no la tienen –desgraciadamente—hoy en día los profesionales de la información. A las redacciones un acontecimiento de última hora puede llegar por mil canales, incluso antes que por la agencia: redes sociales, comunicados de prensa, llamadas de ciudadanos, avisos de un director de comunicación, community mánager….
Todas estas vías que nos ha traído la digitalización están haciendo la competencia –a veces desleal o inmoral—a las agencias de noticia y a sus profesionales, y es uno de los aspectos negros de este proceso, y no lo digo solo por lo que afecta a mis colegas, sino por los problemas de credibilidad que tiene hoy en día la información.
«la actualidad sin más se ha convertido en un ‘commodity’ que no aporta valor añadido»
Y hay otro factor, sobre el que incido reiteradamente en mi libro “Del Plomo al bit”, que está dejando a las agencias en fuera de juego. Me refiero a que la actualidad sin más se ha convertido en un commodity que no aporta valor añadido. Dicho de otra forma, las noticias sin más calificativos ya no sirven como atractivo comercial en los medios de comunicación tradicionales, que deben dar más para conseguir el favor (y el dinero) de sus posibles clientes. Y las agencias, por ahora y salvo excepciones, solo dan noticias que todo el mundo rebota, y cuando llegan a ser impresas están ya desfasadas…
Puede parecer una aberración lo que acabo de escribir para alguien que durante casi cincuenta años ha estado obsesionado -y ha vivido de ello—en dar noticias, y cuanto antes mejor. Pero la audiencia ha cambiado, los gustos han cambiado y los motivos de compra, también. Nadie paga por leer u oír algo que ya ha visto gratis con anterioridad en varios sitios. Es así de triste para mi profesión, pero es la cruda realidad.
¿Es el fin de las agencias de noticia? Como todo en la vida, nada es blanco o negro. Existen los grises. Y en los matices de esta afirmación podemos encajar que evidentemente las agencias, que han jugado un papel fundamental hasta ahora en el mundo de la comunicación, deben también reflexionar sobre lo que ocurre, y cuál es su papel en la comunicación digital de los medios y de los ciudadanos del siglo XXI.