Almuerzo-coloquio con Carlos Sánchez La semana pasada disfrutamos de otro de los tradicionales Almuerzos-coloquio de nuestra Asociación para el Progreso de la Comunicación (APC) que en esta ocasión ha tenido como invitado a Carlos Sánchez, periodista, escritor, analista y director adjunto de El Confidencial. El almuerzo-coloquio ha contado con la presencia de numerosos miembros de la APC, profesionales del sector de la comunicación, quienes han participado activamente en la conversación compartiendo sus propias inquietudes y puntos de vista, después de un rato agradable de networking e intercambio de ideas mientras el invitado firmaba ejemplares de su libro. (Aquí puedes ver las fotografías del evento) Con motivo de la reciente publicación de su libro Capitalismo de amiguetes. Cómo las élites han manipulado el poder político y aprovechando su presencia en este encuentro, Extradigital ha entrevistado a este periodista económico de gran trayectoria. Su libro trata sobre cómo determinados personajes y “sus amistades” secuestran el poder en favor de intereses particulares. Desde hace 150 años hasta la entrada en la Unión Europea el poder político y el económico están muy cerca. Era bastante normal ser al mismo tiempo diputado en cortes y gran empresario de la siderurgia, naval o textil. Hasta un 40% de los diputados en la época de La Restauración. La relación era muy fina y tenía una influencia decisiva tanto en el voto como en los boletines oficiales. ¿Desde cuándo viene el interés por los negocios de las élites? Históricamente la economía española ha sido muy cerrada. Había sectores que necesitaban la protección del Estado, y por eso necesitaban estar en los ámbitos en los que se tomaban decisiones políticas. La economía española no ha estado abierta al exterior como la economía británica, francesa o alemana. Allí también se protegían a sus élites, pero en España mucho más. Esa es la clave fundamental. Prueba de ello han sido los aranceles para impedir la importación, han existido hasta la entrada en la UE. Puertas giratorias, cabildeo, ‘mamoneo’ … las fórmulas de la corrupción son varias. La corrupción no es un fenómeno solamente español, en todos los países hay corrupción. Lo que diferencia de un país a otro es la respuesta que se da a la corrupción. En unos casos hay una respuesta fulminante y acaba con ella. En España, se ha sido algo más condescendiente. Sobre todo, cuando se ha dado por medio normalizado el amiguismo o lo que llamamos habitualmente las recomendaciones. Es una forma de corrupción más light, pero es igualmente perniciosa. Y siempre encuentra cooperadores necesarios. Cita a tecnócratas, ingenieros, banqueros, los americanos que saludamos con alegría … ¿Qué tienen en común? En que todos se aprovechan de un Estado débil. Por ejemplo, España es de los pocos países que tiene dos dictaduras en el siglo XX, la mitad del siglo bajo una red clientelar. Y de eso toman ventaja. Como Westinghouse, que entran de la mano de EEUU e instala casi todas las centrales nucleares. Se quedan con el dinero de la inversión, explotación y luego nos deja como problema el gasto de miles de millones para desmontarlas. Con ingenieros y abogados pasaba lo mismo; tienen el BOE para la adjudicación de obras y las leyes para perpetuar intereses particulares. Los medios de comunicación, ¿Qué comportamiento han tenido ante esta manipulación? Han sido reguladores y mediadores de la disputa ideológica entre izquierda, derecha, conservadores, liberales, librecambistas … Fíjate, en la República en Madrid había más de 30 periódicos, y todos con capacidad de influencia. Yo creo que en los últimos años se ha producido justo lo contrario. El Estado, en sentido genérico del término y no solo el gobierno, es cada vez es más fuerte. Los periódicos cada vez tienen menos influencia; y con las redes sociales la capacidad de fiscalizar el poder político o el poder empresarial se limita aún más. He vivido redacciones con 250-300 periodistas, hoy en día muy pocas redacciones en España tienen más de cien. El paso de medios de comunicación a empresas informativas, con determinadas élites en los consejos de administración quizás no haya sido el mejor blindaje. En España no había esa tradición del mundo anglosajón del editor rico, que era capaz de aguantar presiones tanto políticas como económicas. El derecho a la información y el respeto a la audiencia estaba por encima de todo eso. Ahora tenemos empresarios que simplemente defienden sus intereses a través del periódico. El periodismo es su brazo armado para acercarse al poder o alejarse del poder. Amiguetes para cercar el poder. La presión al ‘cuarto poder’ es conocida también en el tiempo. ¿Alguna vez la ha sentido usted? Sí, claro, por supuesto. Hay un enorme desequilibrio entre el poder político y empresarial y los periódicos. Unos más grandes y potentes, y los medios achicándose, volviéndose más pequeños. Y eso va en consonancia con la influencia, pero todavía mantenemos alguna. No soy excesivamente negativo, yo creo que una buena información es muy difícil que un director la eche para atrás. Y si es así pues banda ancha a las redes sociales, siempre que sea cierta. Por situarlo en el terreno que hoy ‘pisamos’. El ‘atraso histórico’ andaluz guarda relación con su tesis sobre la corrupción. La no revolución industrial pese a comenzar en Málaga y Marbella; el caso Pinelo, latifundismo agrario, clientelismo político … Partimos de una situación orográfica complicada. España está situada en una esquina de Europa, y Andalucía al sur del sur. Sacar las mercancías hacia los países más ricos era muy complicado. Y si el norte de África fuese una región de crecimiento, pues podría tener una posición mucho más de privilegio. Luego la propia formación de Andalucía como elemento político. Es una zona de reconquista donde hay grandes latifundios y la revolución burguesa que se hizo en otros países en el siglo XIX creando superficies agrarias más pequeñas para hacer más eficientes, en Andalucía no se dio. Además, otro factor de atraso enorme eran las infraestructuras. Canovas decía que tardaba tres días en llegar a Madrid desde Málaga. Para colmo la plaga de Filoxera. Y todo lo demás. Por último, ¿Hemos aprendido algo de todo lo pasado? ¿Es optimista ante la revolución de la IA, las energías limpias y la gobernanza inteligente? Estamos en Europa. Esto es la Champions League y el control que tiene hoy en día la sociedad sobre los tejemanejes, sobre el cabildeo, sobre los caciques, es mucho mayor que había hace cincuenta, setenta o cien años. Enlace a la fuente original
Almuerzo-coloquio con Carlos Sánchez La semana pasada disfrutamos de otro de los tradicionales Almuerzos-coloquio de nuestra Asociación para el Progreso de la Comunicación (APC) que en esta ocasión ha tenido como invitado a Carlos Sánchez, periodista, escritor, analista y director adjunto de El Confidencial. El almuerzo-coloquio ha contado con la presencia de numerosos miembros de la APC, profesionales del sector de la comunicación, quienes han participado activamente en la conversación compartiendo sus propias inquietudes y puntos de vista, después de un rato agradable de networking e intercambio de ideas mientras el invitado firmaba ejemplares de su libro. (Aquí puedes ver las fotografías del evento) Con motivo de la reciente publicación de su libro Capitalismo de amiguetes. Cómo las élites han manipulado el poder político y aprovechando su presencia en este encuentro, Extradigital ha entrevistado a este periodista económico de gran trayectoria. Su libro trata sobre cómo determinados personajes y “sus amistades” secuestran el poder en favor de intereses particulares. Desde hace 150 años hasta la entrada en la Unión Europea el poder político y el económico están muy cerca. Era bastante normal ser al mismo tiempo diputado en cortes y gran empresario de la siderurgia, naval o textil. Hasta un 40% de los diputados en la época de La Restauración. La relación era muy fina y tenía una influencia decisiva tanto en el voto como en los boletines oficiales. ¿Desde cuándo viene el interés por los negocios de las élites? Históricamente la economía española ha sido muy cerrada. Había sectores que necesitaban la protección del Estado, y por eso necesitaban estar en los ámbitos en los que se tomaban decisiones políticas. La economía española no ha estado abierta al exterior como la economía británica, francesa o alemana. Allí también se protegían a sus élites, pero en España mucho más. Esa es la clave fundamental. Prueba de ello han sido los aranceles para impedir la importación, han existido hasta la entrada en la UE. Puertas giratorias, cabildeo, ‘mamoneo’ … las fórmulas de la corrupción son varias. La corrupción no es un fenómeno solamente español, en todos los países hay corrupción. Lo que diferencia de un país a otro es la respuesta que se da a la corrupción. En unos casos hay una respuesta fulminante y acaba con ella. En España, se ha sido algo más condescendiente. Sobre todo, cuando se ha dado por medio normalizado el amiguismo o lo que llamamos habitualmente las recomendaciones. Es una forma de corrupción más light, pero es igualmente perniciosa. Y siempre encuentra cooperadores necesarios. Cita a tecnócratas, ingenieros, banqueros, los americanos que saludamos con alegría … ¿Qué tienen en común? En que todos se aprovechan de un Estado débil. Por ejemplo, España es de los pocos países que tiene dos dictaduras en el siglo XX, la mitad del siglo bajo una red clientelar. Y de eso toman ventaja. Como Westinghouse, que entran de la mano de EEUU e instala casi todas las centrales nucleares. Se quedan con el dinero de la inversión, explotación y luego nos deja como problema el gasto de miles de millones para desmontarlas. Con ingenieros y abogados pasaba lo mismo; tienen el BOE para la adjudicación de obras y las leyes para perpetuar intereses particulares. Los medios de comunicación, ¿Qué comportamiento han tenido ante esta manipulación? Han sido reguladores y mediadores de la disputa ideológica entre izquierda, derecha, conservadores, liberales, librecambistas … Fíjate, en la República en Madrid había más de 30 periódicos, y todos con capacidad de influencia. Yo creo que en los últimos años se ha producido justo lo contrario. El Estado, en sentido genérico del término y no solo el gobierno, es cada vez es más fuerte. Los periódicos cada vez tienen menos influencia; y con las redes sociales la capacidad de fiscalizar el poder político o el poder empresarial se limita aún más. He vivido redacciones con 250-300 periodistas, hoy en día muy pocas redacciones en España tienen más de cien. El paso de medios de comunicación a empresas informativas, con determinadas élites en los consejos de administración quizás no haya sido el mejor blindaje. En España no había esa tradición del mundo anglosajón del editor rico, que era capaz de aguantar presiones tanto políticas como económicas. El derecho a la información y el respeto a la audiencia estaba por encima de todo eso. Ahora tenemos empresarios que simplemente defienden sus intereses a través del periódico. El periodismo es su brazo armado para acercarse al poder o alejarse del poder. Amiguetes para cercar el poder. La presión al ‘cuarto poder’ es conocida también en el tiempo. ¿Alguna vez la ha sentido usted? Sí, claro, por supuesto. Hay un enorme desequilibrio entre el poder político y empresarial y los periódicos. Unos más grandes y potentes, y los medios achicándose, volviéndose más pequeños. Y eso va en consonancia con la influencia, pero todavía mantenemos alguna. No soy excesivamente negativo, yo creo que una buena información es muy difícil que un director la eche para atrás. Y si es así pues banda ancha a las redes sociales, siempre que sea cierta. Por situarlo en el terreno que hoy ‘pisamos’. El ‘atraso histórico’ andaluz guarda relación con su tesis sobre la corrupción. La no revolución industrial pese a comenzar en Málaga y Marbella; el caso Pinelo, latifundismo agrario, clientelismo político … Partimos de una situación orográfica complicada. España está situada en una esquina de Europa, y Andalucía al sur del sur. Sacar las mercancías hacia los países más ricos era muy complicado. Y si el norte de África fuese una región de crecimiento, pues podría tener una posición mucho más de privilegio. Luego la propia formación de Andalucía como elemento político. Es una zona de reconquista donde hay grandes latifundios y la revolución burguesa que se hizo en otros países en el siglo XIX creando superficies agrarias más pequeñas para hacer más eficientes, en Andalucía no se dio. Además, otro factor de atraso enorme eran las infraestructuras. Canovas decía que tardaba tres días en llegar a Madrid desde Málaga. Para colmo la plaga de Filoxera. Y todo lo demás. Por último, ¿Hemos aprendido algo de todo lo pasado? ¿Es optimista ante la revolución de la IA, las energías limpias y la gobernanza inteligente? Estamos en Europa. Esto es la Champions League y el control que tiene hoy en día la sociedad sobre los tejemanejes, sobre el cabildeo, sobre los caciques, es mucho mayor que había hace cincuenta, setenta o cien años. Enlace a la fuente original