Son tiempos difíciles para el periodismo y para los periodistas. Son tiempos difíciles para contar la verdad, incluso para encontrarla. En la era digital en la que vivimos afloran las fake news, los bulos, la confusión… Y las redes sociales se han convertido en el vehículo perfecto para la transmisión de este virus informativo, que viaja en paralelo y a la misma velocidad que el que está arrasando el planeta.
La mentira vende más que la verdad. Esto no es algo nuevo. Ocurre desde el principio de los tiempos. Es lo que se ha conocido siempre como propaganda, adaptada ahora al entorno digital. Sin embargo, en este último año de pandemia se ha abierto una disputa -y aquí podríamos usar el símil deportivo- con dos equipos rivales en juego: Comunicación contra Desinformación. Ambos quieren ganar, pero de momento la partida se la lleva el equipo de fuera de casa, casi por goleada. Existen multitud de ejemplos, algunos de ellos los puedes ver en Maldita.es, el primer medio de comunicación especializado en la lucha contra la desinformación https://maldita.es/malditobulo/1
Y es que en época de coronavirus, la mentira corre como la pólvora… Así lo pone de manifiesto la doctora en Ciencias de la Información y profesora de la Universidad de Cádiz, Leticia Rodríguez Fernández, quien acaba de publicar Propaganda digital: Comunicación en tiempos de desinformación https://www.spreaker.com/user/13248628/2-propaganda-digital-comunicacion-en-tie (Enlace a una entrevista con la autora en el Podcast del periodista y consultor de Comunicación y Empresas, Luis Fraga). La autora nos habla en su publicación de la relación entre la llamada posverdad con la comunicación y la política. Y nos advierte que para los políticos las fake son muy útiles y efectivas, ya que los ciudadanos prefieren escuchar mentiras antes que la triste y dura realidad. Resulta rentable, políticamente hablando.
Pero nadie está a salvo de este virus: personas, empresas, y también nosotros, los periodistas, podemos contagiarnos Y algunas de esas mentiras pueden hacer mucho daño, como aquéllas que hacen referencia a la salud y, concretamente, las relacionadas con la pandemia: mascarillas, vacunación, etc. Especialmente significativo fue el caso de Nespresso, donde se difundió un bulo diciendo que el recubrimiento de sus cápsulas tenían componentes tóxicos.
Todos podemos llegar a ser responsables de la difusión de esas noticias falsas. ¿Que levante la mano quien no haya compartido alguna vez en sus redes sociales algún contenido que, finalmente, se comprobara que es un bulo? Es muy difícil detectarlo, ya que el virus informativo, disfrazado de bot, es tan invisible como el Covid-19.
Quienes trabajamos en Comunicación, venimos observando como los titulares de las noticias ya no buscan informar, sino directamente vendernos algo y conseguir visitas. Y es el gancho perfecto para caer en la trampa. Si quieres saber de qué trata una información, tendrás que hacer clic y entrar, porque de lo contrario será difícil que te enteres. Recuerda que estamos en la era digital… En este sentido, la comunicación se alía con la desinformación. Y lo peor es que una vez dentro, lees el cuerpo de la noticia y éste no se corresponde con lo que sugiere el título. Nada que ver, de hecho. Y nos sentimos frustrados, claro. ¿Quién nos está timando y por qué?
Las fake news son el cáncer del siglo XXI para los periodistas; y las redes sociales y el mundo digital, su principal aliado. Nuestro trabajo se endurece, ya que ahora nuestra misión es aplicar aquéllo que nos contaron en la Facultad de Periodismo o de Comunicación: antes de publicar hay que contrastar y verificar las informaciones. Difícil tarea en el contexto actual, pero está en nuestras manos.
Fernando Chacón. Periodista digital