Muere el periodista Javier Mérida Valiente, desafiante y generoso hasta en el último momento y hasta sus últimas decisiones. Indómito, siempre firme en sus convicciones, leal hasta doler… Francisco Javier Mérida Cidoncha (Sevilla, 07-06-1966; 16-06-2024), periodista de Diario de Sevilla desde su fundación en 1999, ha fallecido este domingo a los 58 años de edad en Sevilla tras una larga enfermedad. Periodista inquieto y de vocación muy temprana, inició su labor profesional en la redacción de El Correo de Andalucía, en cuya redacción ingresó el 1 de julio de 1990 en la sección de Deportes, en la que puede considerarse la época dorada del periodismo deportivo sevillano, muy distinto al actual. En su redacción de la Avenida de la Prensa se empezó a destacar además por ser un gran maestro para nuevas generaciones de informadores deportivos, entre ellos los que suscriben este sentido recuerdo a un amigo en la inmensidad del sentido literal de la palabra. Olía la noticia a leguas y la buscó siempre con ahínco contra viento y marea. Desveló y adelantó para El Correo el fichaje de Davor Suker por el Sevilla o, ya en Diario de Sevilla, la vuelta de José Antonio Reyes en enero de 2012. Javier, o Cidi, como también era conocido cariñosamente utilizando un diminutivo de su apellido materno, siempre se destacó por hacer un periodismo valiente y a pecho descubierto. Se enfrentó con quien hubiera que enfrentarse si lo creía justo, huyó siempre de posicionamientos interesados y no le hicieron falta nunca asociaciones de periodistas. Se bastaba solo para defenderse. Fue colaborador de Mundo Deportivo de Barcelona, así como de emisoras como Radio Marca, e ingresó en el extinto Diario de Sevilla, una apuesta editorial que no cuajó en la ciudad y en cuyos estertores se bebió con su Ford Mondeo la AP-4 hasta Jerez para llevar a tiempo a impresión un número del periódico. Javier Mérida, leyendo el ‘Marca’ en una concentración del Betis en Mondariz en julio de 2000. / JORGE LANDÍN En enero de 1999 formó parte de la plantilla fundacional del actual Diario de Sevilla, el buque insignia del Grupo Joly, hace ahora 25 años y medio. Ingresó como redactor y fue nombrado jefe de área. Participó así pues en el primer número del diario, el 28 de febrero de 1999, hace ya un cuarto de siglo. Dejó su labor profesional en mayo de 2016 cuando fue diagnosticado de Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA). Seis años después de su obligado retiro del oficio de periodista, que amó como pocos han amado en su afán constante de buscar los resquicios hacia la verdad, recibió el Premio Especial José Antonio Blázquez por toda una trayectoria profesional entregada a su gran pasión, el periodismo deportivo. Aquella edición de estos premios que otorga el Sevilla Fútbol Club, en septiembre de 2022, fueron especialmente vibrantes en la emoción del reconocimiento público desde los compañeros de profesión y el mundo del fútbol a su altísima figura periodística cuando la enfermedad ya estaba avanzada. Javier Mérida, junto a Nicolás Salas y Luis Carlos Peris, en la presentación de ‘Relatos en verdiblanco’, en 2007. / JOSÉ ÁNGEL GARCÍA Anteriormente, se involucró con fruición en la edición del libro Relatos en verdiblanco, que salió a la luz en 2007 con motivo del Centenario del Real Betis Balompié. Fue uno de los doce periodistas que participó en aquella obra que recogió la impronta del equipo verdiblanco en la ciudad, el equipo que de verdad le alegraba las pajarillas o que lo indignaba sobremanera cuando las cosas se hacían mal, hasta el punto de haberse enfrentado con coraje y con su afilada y pulcrísima pluma o su vehemencia verbal con dirigentes con los que mantuvo una relación especial, como Manuel Ruiz de Lopera. Destacó por su excelente visión del fútbol, al alcance de muy pocos, sus conocimientos del arbitraje, campo en el que también hizo sus pinitos, y las reglas del juego, que observaba y conocía con pulcritud de cirujano. Y también sintió una enorme pasión por la selección española, a la que siguió siempre y con la que se volcaba en fases finales de grandes torneos, como la Eurocopa que ahora se disputa. Mérida, durante una prueba de cocina en La Raza, en 2009. / ANTONIO PIZARRO De sus grandes conocimientos futbolísticas y su ojo para ver al pelotero caro surgió su amistad con algunos reconocidos entrenadores o secretarios técnicos: Javier Clemente, Juande Ramos, Monchi, Víctor Fernández, Pepe Mel, Paco Chaparro o Fernando Vázquez, con el que mantuvo una relación muy cerrada que trascendió su estancia como entrenador del Betis. Y en su barrio de Nervión, donde vivía en la calle Luis Montoto, fue vecino, amigo y cicerone de Rinat Dassaev. También se involucró en otras pasiones al margen del fútbol: el baloncesto en los primeros años del Caja San Fernando, el ciclismo, la cocina, el Carnaval de Cádiz… En lo que le interesaba metía su perspicaz bisturí de cirujano periodístico y llegó a publicar una columna de análisis sobre los carnavales en el Diario de Cádiz. Y fue deudo de devociones del barrio de la Feria, de donde es originaria su madre, de la calle Arrayán. Sobre todo, de la Esperanza Macarena, la Virgen, como él la llamaba a secas sin necesidad de más advocación. El Domingo de Ramos de 2012 ante la Virgen de la Amargura posa sonriente Javier Mérida. / JUAN CARLOS VÁZQUEZ En la redacción de deportes de Diario de Sevilla su huella permanecerá siempre indeleble por su forma de ver el periodismo, por su capacidad para discernir el grano de la paja y ver dónde está la noticia de verdad. Y, también o sobre todo, por haber sido un maestro de muchísimos periodistas como jefe de área durante los periodos estivales en los que iban llegando hornadas de crudos becarios a la redacción. Si había buena arcilla de periodista en algún incipiente aprendiz, la sabía exprimir para moldearlo como un buen profesional. Con su mando crudo y mordaz, franco y sin dobleces, se hizo acreedor del cariñoso apodo El Dinamita, con el que lo calificó Antonio Cuder, colaborador para el fútbol modesto en aquellos albores de esta redacción de Deportes. Su tremenda vocación periodística continúa en su hijo Alejandro, responsable de Deportes en el refundado El Correo de Andalucía, el periódico en el que comenzó Javier en 1990 como un simple becario. El círculo se cierra y su afán periodístico y deportivo sigue vivo en su vástago. Javier, queridísimo Cidi, gracias por todo lo que les diste al fútbol de esta ciudad y al periodismo deportivo sevillano, muchos de cuyos actuales miembros aprendieron bajo tu maestría y jamás te olvidarán. Mil gracias por todo lo que nos diste. Te llegó la hora de descansar después de tanto luchar y sufrir con la lucidez incólume. Requiescat in pace. Este lunes 17 de junio se realizará un responso por el descanso de su alma a las 16:00 en la capilla de dicho tanatorio, para el posterior traslado e incineración en el Cementerio de San Fernando a las 17:00. Enlace a la fuente original
Muere el periodista Javier Mérida Valiente, desafiante y generoso hasta en el último momento y hasta sus últimas decisiones. Indómito, siempre firme en sus convicciones, leal hasta doler… Francisco Javier Mérida Cidoncha (Sevilla, 07-06-1966; 16-06-2024), periodista de Diario de Sevilla desde su fundación en 1999, ha fallecido este domingo a los 58 años de edad en Sevilla tras una larga enfermedad. Periodista inquieto y de vocación muy temprana, inició su labor profesional en la redacción de El Correo de Andalucía, en cuya redacción ingresó el 1 de julio de 1990 en la sección de Deportes, en la que puede considerarse la época dorada del periodismo deportivo sevillano, muy distinto al actual. En su redacción de la Avenida de la Prensa se empezó a destacar además por ser un gran maestro para nuevas generaciones de informadores deportivos, entre ellos los que suscriben este sentido recuerdo a un amigo en la inmensidad del sentido literal de la palabra. Olía la noticia a leguas y la buscó siempre con ahínco contra viento y marea. Desveló y adelantó para El Correo el fichaje de Davor Suker por el Sevilla o, ya en Diario de Sevilla, la vuelta de José Antonio Reyes en enero de 2012. Javier, o Cidi, como también era conocido cariñosamente utilizando un diminutivo de su apellido materno, siempre se destacó por hacer un periodismo valiente y a pecho descubierto. Se enfrentó con quien hubiera que enfrentarse si lo creía justo, huyó siempre de posicionamientos interesados y no le hicieron falta nunca asociaciones de periodistas. Se bastaba solo para defenderse. Fue colaborador de Mundo Deportivo de Barcelona, así como de emisoras como Radio Marca, e ingresó en el extinto Diario de Sevilla, una apuesta editorial que no cuajó en la ciudad y en cuyos estertores se bebió con su Ford Mondeo la AP-4 hasta Jerez para llevar a tiempo a impresión un número del periódico. Javier Mérida, leyendo el ‘Marca’ en una concentración del Betis en Mondariz en julio de 2000. / JORGE LANDÍN En enero de 1999 formó parte de la plantilla fundacional del actual Diario de Sevilla, el buque insignia del Grupo Joly, hace ahora 25 años y medio. Ingresó como redactor y fue nombrado jefe de área. Participó así pues en el primer número del diario, el 28 de febrero de 1999, hace ya un cuarto de siglo. Dejó su labor profesional en mayo de 2016 cuando fue diagnosticado de Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA). Seis años después de su obligado retiro del oficio de periodista, que amó como pocos han amado en su afán constante de buscar los resquicios hacia la verdad, recibió el Premio Especial José Antonio Blázquez por toda una trayectoria profesional entregada a su gran pasión, el periodismo deportivo. Aquella edición de estos premios que otorga el Sevilla Fútbol Club, en septiembre de 2022, fueron especialmente vibrantes en la emoción del reconocimiento público desde los compañeros de profesión y el mundo del fútbol a su altísima figura periodística cuando la enfermedad ya estaba avanzada. Javier Mérida, junto a Nicolás Salas y Luis Carlos Peris, en la presentación de ‘Relatos en verdiblanco’, en 2007. / JOSÉ ÁNGEL GARCÍA Anteriormente, se involucró con fruición en la edición del libro Relatos en verdiblanco, que salió a la luz en 2007 con motivo del Centenario del Real Betis Balompié. Fue uno de los doce periodistas que participó en aquella obra que recogió la impronta del equipo verdiblanco en la ciudad, el equipo que de verdad le alegraba las pajarillas o que lo indignaba sobremanera cuando las cosas se hacían mal, hasta el punto de haberse enfrentado con coraje y con su afilada y pulcrísima pluma o su vehemencia verbal con dirigentes con los que mantuvo una relación especial, como Manuel Ruiz de Lopera. Destacó por su excelente visión del fútbol, al alcance de muy pocos, sus conocimientos del arbitraje, campo en el que también hizo sus pinitos, y las reglas del juego, que observaba y conocía con pulcritud de cirujano. Y también sintió una enorme pasión por la selección española, a la que siguió siempre y con la que se volcaba en fases finales de grandes torneos, como la Eurocopa que ahora se disputa. Mérida, durante una prueba de cocina en La Raza, en 2009. / ANTONIO PIZARRO De sus grandes conocimientos futbolísticas y su ojo para ver al pelotero caro surgió su amistad con algunos reconocidos entrenadores o secretarios técnicos: Javier Clemente, Juande Ramos, Monchi, Víctor Fernández, Pepe Mel, Paco Chaparro o Fernando Vázquez, con el que mantuvo una relación muy cerrada que trascendió su estancia como entrenador del Betis. Y en su barrio de Nervión, donde vivía en la calle Luis Montoto, fue vecino, amigo y cicerone de Rinat Dassaev. También se involucró en otras pasiones al margen del fútbol: el baloncesto en los primeros años del Caja San Fernando, el ciclismo, la cocina, el Carnaval de Cádiz… En lo que le interesaba metía su perspicaz bisturí de cirujano periodístico y llegó a publicar una columna de análisis sobre los carnavales en el Diario de Cádiz. Y fue deudo de devociones del barrio de la Feria, de donde es originaria su madre, de la calle Arrayán. Sobre todo, de la Esperanza Macarena, la Virgen, como él la llamaba a secas sin necesidad de más advocación. El Domingo de Ramos de 2012 ante la Virgen de la Amargura posa sonriente Javier Mérida. / JUAN CARLOS VÁZQUEZ En la redacción de deportes de Diario de Sevilla su huella permanecerá siempre indeleble por su forma de ver el periodismo, por su capacidad para discernir el grano de la paja y ver dónde está la noticia de verdad. Y, también o sobre todo, por haber sido un maestro de muchísimos periodistas como jefe de área durante los periodos estivales en los que iban llegando hornadas de crudos becarios a la redacción. Si había buena arcilla de periodista en algún incipiente aprendiz, la sabía exprimir para moldearlo como un buen profesional. Con su mando crudo y mordaz, franco y sin dobleces, se hizo acreedor del cariñoso apodo El Dinamita, con el que lo calificó Antonio Cuder, colaborador para el fútbol modesto en aquellos albores de esta redacción de Deportes. Su tremenda vocación periodística continúa en su hijo Alejandro, responsable de Deportes en el refundado El Correo de Andalucía, el periódico en el que comenzó Javier en 1990 como un simple becario. El círculo se cierra y su afán periodístico y deportivo sigue vivo en su vástago. Javier, queridísimo Cidi, gracias por todo lo que les diste al fútbol de esta ciudad y al periodismo deportivo sevillano, muchos de cuyos actuales miembros aprendieron bajo tu maestría y jamás te olvidarán. Mil gracias por todo lo que nos diste. Te llegó la hora de descansar después de tanto luchar y sufrir con la lucidez incólume. Requiescat in pace. Este lunes 17 de junio se realizará un responso por el descanso de su alma a las 16:00 en la capilla de dicho tanatorio, para el posterior traslado e incineración en el Cementerio de San Fernando a las 17:00. Enlace a la fuente original