Cuando vislumbramos el final de la pandemia, aún a lo lejos, y no gracias a la gestión de gran parte de la clase política, las empresas deben empezar a tomar posiciones en un nuevo escenario “post crisis”. Y digo tomar posiciones porque, tal como apuntan todas las evidencias, los grandes proyectos financiados por la Unión Europea están llamados a convertirse en uno de los grandes focos de inversión; proyectos que, como cabe esperar, llevarán aparejada una comunicación eficaz de su desarrollo, cumpliendo las exigencias cada vez más estrictas de la administración.
En cuanto consigamos la ansiada inmunidad de rebaño los hoteles volverán a llenarse, los restaurantes funcionarán como antaño y el tráfico volverá a congestionar nuestras carreteras -a buen seguro, con un importante aumento del precio de la gasolina como estamos viendo-. Así, la rutina está cerca y trae consigo dantescos datos de paro y deuda.
Es en este contexto, marcado por elevadas tasas de paro y por una notable reducción en la capacidad de gasto de los consumidores, en el que los profesionales de la comunicación deben encontrar oportunidades para desarrollar sus funciones. Si algo hemos aprendido de las dos crisis que nos preceden es que las empresas que, en estas situaciones como la que vivimos actualmente, apuestan por la comunicación, destacan mucho más que en épocas de vacas gordas. También las tarifas y las oportunidades de los medios que hayan sobrevivido serán interesantes, como ya estamos notando.
Y no sólo hablamos de empresas, sino de asociaciones, fundaciones, colectivos… organizaciones que tienen, si cabe, un papel más trascendental, porque potenciar la visibilidad de sus asociados puede suponer la salvación de muchos de ellos. Lo estamos viendo, entre otras, con asociaciones de restauradores, de organización de eventos, de hosteleros, con empresas que reclaman su actividad clave para el día a día, o fundaciones que buscaban que su fin siga teniendo relevancia en la pandemia.
Muy pronto la presencialidad volverá a ser el denominador común de eventos, ruedas de prensa, presentaciones, y volveremos a tener la oportunidad de contar lo que nuestras empresas hacen mejor que nadie. Contémoslo, pues, aprovechando la nueva realidad, con nuevos formatos y actores de la comunicación, que, si bien han adaptado su aspecto a la nueva realidad, siguen siendo los mismos de siempre.
La globalización está más presente que nunca y la obligada digitalización de todos los negocios nos dibujan oportunidades singulares. En este escenario, la Comunicación debe evolucionar a una creatividad sin precedentes, destacando en un universo marcado por el bombardeo continuo de millones de impactos, donde es difícil diferenciar lo veraz de lo falso. Ya no basta con emitir notas de prensa planas, rutinarias; ya no vale la publicidad tradicional, sin un mensaje diferente, ni presentarse ante la sociedad sin una política de RSC trabajada desde los clientes internos, los propios empleados.
En esta carrera por encontrar los mejores nichos de mercado prima nuestra actitud durante la pandemia y, si hemos sido proactivos, tendremos un poco de ventaja. Toca saber colocarse, con la inteligencia necesaria para empezar a correr sin que nos pisoteen.
Antonio Rivero Onorato. Director de Grayling en Andalucía